Este artículo pertenece a una serie de publicaciones elaboradas por el director del Secretariado de la Pastoral Gitana para
la Revista "La Moraleja"
de Villanueva del Arzobispo (Jaén)...
Te lo dedica a ti, amigo y amiga internauta...
La vida se convierte en la mayor y mejor escuela de aprendizaje, sobre todo porque para bien o para mal es lo auténticamente real, va más allá de nuestros deseos y frustraciones..
Sobre la vida se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo… A continuación voy a compartir a través de estas líneas unas reflexiones personales fruto de mi propia vida.
“Lo mejor de la vida es vivirla con lo que la propia vida nos va ofreciendo minuto a minuto, segundo a segundo... Siempre será lo mejor ya que forma parte de la esencia de la propia vida que nos está tocando vivir, sea cual sea....”: Es decir, que lo que nos va aconteciendo siempre es lo mejor que nos puede suceder porque es lo auténticamente real, lo demás son deseos, suposiciones, intereses, ilusiones, etc. muchos muy dignos de admiración pero que existen sólo en nuestra mente y cualquier energía que gastemos en ese mundo irreal es energía perdida (sobre todo si es para lamentarnos: “Me hubiera gustado”, “Hubiera preferido”, “Hubiera sido mejor si…” y así un largo rosario de lamentaciones). Eso sí, los errores y aciertos que cometamos sí nos deben servir para mejorar en ese seguir caminando por el sendero de la propia vida.
En resumen que “Lo que pase es lo mejor aunque no se entienda” (palabras del autor o sea mías, je je) y como ejemplo, te invito a que leas esta reflexión que viene a continuación y que se titula: “Mala suerte, buena suerte, quién lo sabe…”
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién lo sabe? ». Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Éste les respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién lo sabe?». Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién lo sabe?». Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo.
¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? Quién lo sabe… Todo lo que a primera vista parece un contratiempo. puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañino. Así, pues, será postura sabia que dejemos a Dios decidir lo que es buena y mala suerte y le agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que aman, de hecho “todo es bueno para el que ama.”
☺ Ángel-Dandy
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