En algunas partes del mundo, ser gitano implica tal estigma que muchos prefieren esconderlo. Es el caso de Ahmed Mustafá y sus parientes, huidos de la guerra de Siria y que ahora sobreviven en un parque de Estambul. “No somos gitanos, somos turcomanos”, afirman. A su alrededor, otros se definen como “árabes”. En el sureste de Turquía, los hay que se autodenominan simplemente como “músicos ambulantes”.
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